miércoles, 22 de febrero de 2012

Nunca se me olvidará amarte

Ningún desodorante deambula sobre el mostrador de una tienda sin una promesa de amor, y a ninguna canción pop se le ocurre otro tema importante. Se puede amar a mujeres de ojos crepusculares o noches de luna llena en la taiga.

Se puede amar las propias costumbres y a hombres que presionan ordenadamente los tubos de pasta de dientes. Se pueden amar gatos siameses y filetes sangrantes, el carnaval de Cádiz y la quietud de los monasterios budistas, la modestia, un coche deportivo, un libro, se puede amar al enemigo, cada uno a su propio Dios.

El amor es un juego con expectativas o, más exactamente, con expectativas esperables y por eso también esperadas.

El amor es un juego y yo voy ganando.

Se puede amar, al prójimo, a un gato, a un equipo de fútbol, al vecino, se puede amar incluso con odio.

Sea lo que fuere, yo encontré tu amor por casualidad, llegué y llame a tu puerta y me presentaron en tu casa, me recibiste con los ojos abiertos y las cejas arqueadas. Después pude acercarme a ti, e incluso me dejabas besarte en la mejilla.
La semana pasada te fuiste a descansar allá donde dicen que iremos todos, pero que a algunos nos da miedo ir. Mañana te diremos hasta luego y hoy, yo, te digo que nunca se me olvidará amarte.

Un besito a Judy mi mamá Canadiense.

PD: Parte de lo escrito es del libro. El amor. Un sentimiento desordenado de Richard Precht

Nos vemos cuando nos miremos o cuando se nos reflejen las pupilas

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