sábado, 23 de enero de 2016

No hablo de oídas

Te aseguro que cuando hablo de soledad,
de terror de sábanas encogidas,
de manos frías o corazón aguerrido y cortado 
por el dolor y la angustia
Te aseguro de verdad que no hablo de oídas

Sé por experiencia, lo que es sentirse sólo
Sé lo que es verse invisible en una alcoba llena de espejos.
He sentido el dolor de la traición y del desengaño,
del miedo,
de las persianas cerradas por derribo


Sé por experiencia el áspero y esquivo
sabor de los amores que morían y que parecían eternos.
Sé por experiencia el mortal desamor
de esa amistad de toda la vida que se murió, tu ya sabes.

No hablo de oídas

Convídame a fundar la primavera de los silencios,
esos que en la quietud de la noche también se hacen sonidos
Ese ruido de tu respiración,
Ese grifo sin teflón que gotea,
El viento,
Las gotas de la lluvia sobre la ventana,
Los crujidos de los muebles,
El ruido del frigorífico,
Los pasos fantasmas del que va al servicio,
La lluvia,
El ladrido de los perros,
El zumbido de mosquito,
El sonido del tren,
La aritmia de nuestra cama,

Te aseguro que conozco el amor y los tentáculos
del alma
Sé lo que es acurrucarse en un rincón.

No hablo de oídas.

Siempre estarás cerca de mi cuando paseo por
las noches de verano, esas en las que recogíamos,
grillos y disparábamos a las luces.

Mi...me...soto...nuestra melodía.



Nos vemos cuando nos miremos o cuando se nos reflejen las pupilas.