miércoles, 11 de junio de 2014

Macarrones de mis espaguetis

Hay muchas cosas que te hacen feliz. Yo pienso que la felicidad no es duradera. La felicidad dura lo que dura la gota de agua en llegar al suelo. Dura lo que dura una croqueta de mi madre en la mesa. La felicidad son pequeños momentos que hay que alargarlos para grabarlos bien en la memoria de tu vida.

Pasaran muchas cosas, seguro que momentos tristes, pero nunca olvidaré el viaje de mis padres a Nueva York.

Cuando te vas fuera de tu país, hay una parte de ti que no se va nunca y algo se queda congelado en tu corazón. No sé como explicarlo y no sé si esto le pasará a todos los inmigrantes pero al menos a mi me pasa.

Es como ponerse enfermo. Desde que he estado fuera creo que me he puesto una vez enfermo. Cada vez que ponía el pie en España, me resfriaba y me ponía malo. Supongo que es el estado de tensión en el que vives, es ese estado congelado que no te permite ponerte malo y al llegar a casa te relajas y pasa lo que pasa. Ya lo dije una vez en la casa del tupo en Badajoz un día de carnavales, mientras la Ibazel creaba sueños de marfil, "el cuerpo es inteligente". Otro día lo cuento, cara a cara.

Han estado 15 días en mi casa, con collares, conmigo, he estado abrazándolos todo lo que pude y hoy, que hace ya 3 días que se fueron, sigo echándolos de menos. Han sido 15 días de paz, de sentirme en casa, ya sabéis de como cuando llegas a tu casa y te sientas en el sillón de siempre, que tiene tu forma y da igual como te pongas que al final te quedas dormido.

Pues eso, que he estado como en casa, pero a muchos kilómetros de España.

Os lo dije en la cena, yo de mayor quiero ser la mitad de lo que sois ustedes.

Las situaciones de mayor alegría son las situaciones con las que mas recuerdas a la gente que quieres.
Echamos mucho de menos a mis hermanos, a nuestra Marikilla y al Orgueta, que siempre van con nosotros.
Nos acordamos de mi primo Quique, de su compadre Rafael, de Tomeno cuando íbamos de pesca, de mi abuela, de mi abuelo, de Rosarito, de Paquín, y de mucha más gente. Las horas en coche dan mucho de que hablar, y al jefe no le gusta hablar.

Collares ha estado soberbiamente guapa en todos los sentidos. Cada día me fijo más en la espalda que recorre mi mano. 

Hicimos paella, salimos al parque, visitamos restaurantes, monumentos, cataratas, museos y hasta bailamos en el metro de niuyo.

Creo haber oído que la felicidad es comerse un mantecado en Agosto en Sevilla a media noche con 30 grados de temperatura y esperar un momento antes de darle un buche al agua fresquita que tienes en la mesita de noche. Ustedes sois ese agua fresquita, esos macarrones de mis espaguetis. 

Papa, Mama...os quiero.







Nos vemos cuando nos miremos o cuando se nos reflejen las pupilas