sábado, 24 de julio de 2010

Invisible a los ojos

Es difícil escribir sobre el amor. Escuchas la palabra desde que tienes uso de razón, pero nadie se sienta a tu lado y te explica, mira esto es lo que es el amor. No tiene forma, ni ojos, viene un día y puede que se vaya otro. Hay que diferenciar muy bien entre amor y "los amores (otro día lo explico). Caminas por el estrecho pasillo de la vida y un día te topas con él.

Como sucede?, feromonas? química? electrones bailando al mismo son?. Es extraño eso del amor. Yo he fracasado un par de veces. Creía que lo tenía en mis manos, que podía tocarlo con la punta de mi nariz. Acepté el fracaso en esta vida llena de ilusiones, y desde la distancia creo que es lo mejor que me pudo pasar.

He estado viajando por la ruta paralela, esa que tú mismo le pones las curvas y un día, ya sabéis, el menos pensado, te cambian y te hallas viajando otra vez por el camino de la ilusión. Y digo bien, te cambian, porque nunca lo busqué, yo soy yo y mis circunstancias y sino la salvo a ella no me salvo yo.

Es difícil aceptar los cambios, aunque ya sabemos que lo único constante en esta vida son ellos. Pero es difícil aceptar, que cambia mi vida. La tenía ordenada, mi trabajo, mis amigos, allá voy, allá vengo. La independencia de saber que es lo no que quiero. Siempre he pensado que vivía en otro tiempo, no tenía novia, no fumaba, no me había comprado una casa, no me he hecho ningún tatuaje, mi coche tiene 10 años, las drogas siempre las he dejado de lado, me había escaqueado de la taladradora de la propia vida.

La vida es una aventura, verdad, pero es una aventura cuando no te pone zancadillas, cuando te deja libre y no le quita las gafas de ver al ciego. Ya he escrito en otra entrada, que mi vida no es lo que yo pensaba hace 10 años. Muchas de mis convicciones se han roto durante este camino. Una de ellas, el volver a enamorarse. Siempre había pensado que no podría hacerlo de la misma manera que lo hice con 21 o con 23, por dos razones. La primera porque siempre pensé que la inocencia le daba un grado elevado al amor (no sé ni creo que sabré de que va la vaina, a que juego jugamos). Y la segunda, y quizás más importante, por no volver a toparme con la senda del dolor.

Todos los días cierro la puerta y echo el pestillo. Miro por la ventana a ver si hay algún coche aparcado donde no lo hubiera, busco micrófonos debajo de las mesas y no hablo mucho con mis vecinos porque ya no creo en nadie. Y si lo hago, es porque creo que seguro que va a venir alguien y me va a joder. No puede ser que esto me este pasando a mi. Tengo ramos de locura para ti, todos para ti.

La vida son elecciones, eliges el peinado, los pantalones, los amigos, el deporte, el coche, los yogures, el helado, el cepillo de dientes, la carpeta de los apuntes, el color de tu vida, incluso el papel higiénico ....y yo sé que me elegiste a mi. (o fui yo?).

No sé que será eso del amor, pero lo que yo siento es que me faltas. Es saber que en España, o a dos cientos metros, o en la cocina, me faltas. Es saber que estoy soñando, viviendo el sueño de mi vida. Sé que vendrás las noches y los días torcidos, y que todo esto sólo es el principio y sé que estoy ciego, pero por sino lo sabes, ya lo dijo el principito, lo esencial es invisible a los ojos.

Prométeme una cosa, collares, que aunque bajo la tierra mi cuerpo este, me seguirás escribiendo.

Que sigan sonando los tambores, que hoy sigue habiendo fiesta. Os contaré un secreto....... he estado esperando este cambio toda mi vida.

PD.Felicidades a Rafael, es profesor de secundaria, busca también los micrófonos.
PD. Soy feliz y quiero compartirlo. Si da dolor de ojos, cerrarlos, el agua se bebe mejor con los ojos cerrados, en la soledad de la oscuridad, sigo estando. Yo sé que existo porque tú me imaginas.



Nos vemos cuando nos miremos o cuando se nos reflejen las pupilas.

sábado, 17 de julio de 2010

En el fondo de la nevera

La aventura de una nueva etapa, la ilusión de vivir, cambiar el yo por el nosotros, desnudarse hasta volver a la infancia, mirarte a escondidas, sentir que faltas cuando no estas cerca, buscarte entre la multitud,sentir tus dedos en mi espalda, sonreír con sólo imaginarte, imaginarte verte sonreír, desearte en la distancia, mirar hacia atrás porque sientes que estás ahí, hablar sin pronunciar palabra.

Buscarte en la oscuridad de la noche, despertarte con las sabanas caídas hacia un lado, fotografiarte hasta ser enfermizo, ser adicto a tus comentarios, recobrar el sentido del camino, volver a entender la expresión echar de menos con lo que me ha costado admitirla, sentir las mariposas en el estómago, buscarte entre vinos blancos y tintos, ver el sol del mediodía en nuestras ojos, superar el miedo a la incertidumbre, besarte sin previo aviso, pasar el hombro sobre mis manos (y lo digo bien, el hombro), regalarte mis locuras de amor, entender el significado de todos los significantes.

Recobrar, es decir, volver a cobrarte, y si puede ser con especias, sentir que el mundo se para, sentir el dolor de la separación, amainar los aires del miedo a fracasar, vivir el secreto de la vida-ese que se descubre con el tiempo- y vivirlo contigo.

El tiempo enterrado, petrificado, infinito entre nuestras sabanas, ser el rey de tu reino, secuestrarte con lo que eso conlleva, empezar a crear el puzzle de nuestras vidas, ver el futuro con nuestros ojos, comerte el cuerpo y tocarte con la boca, sobre todo con la boca, winsurfear en la tabla de los sueños y esperar que vuelen sujetados por las cuerdas de tu voz, Tarifa, San Fermin y Sevilla y lo que nos de el tiempo.

15 días de ausencias, pero vuelvo a estar. Llegué a Swift hace un par de días y todavía no me he recuperado de la borrachera de España. Verte collares, ver a mis padres y a mis amigos me recargan las pilas. Lo malo son las despedidas temporales, aunque necesarias son dolorosas.

No tengo todas las fotos ni los vídeos del viaje, sólo tengo un ápice.

Sé que no me hace falta pero en el fondo de la nevera voy a poner un espejo para verte todas las mañanas.

Dejo la canción del verano del 2010. Gordito te me vas a Gerona, quién me mandaría sacarte por las calles de pamplona.






Nos vemos cuando nos miremos o cuando nos reflejen las pupilas